Archivo diario: 06/08/2014

Cuevas, torcas y mil formas de disolución

Es bastante probable que cuando éramos niños nos hayamos adentrado en cuevas para buscar antiguos tesoros de piratas, a pesar de encontrarnos en una zona más de secano que el desierto, o en la búsqueda de las huellas de un dinosaurio oculto y como mucho nos encontráramos con la caca dejada por una familia de murciélagos.

Cuevas hay muchas, un placer para los espeleólogos que hay que tratar con respeto cuando se exploran, pero cuyas condiciones de formación, al menos en aquellas producidas por procesos de disolución, son bien conocidas.

La mayoría de las cuevas están formadas en estratos calcáreos formados por calcita en la mayoría de los casos, aunque es posible encontrar cuevas formadas por yesos cristalinos, como ocurre en la zona de páramos cercanos a donde soy, Palencia (España), aunque son la excepción.

Partiendo de un estrato de calizas lo que se necesita para iniciar la formación de una cueva es agua y la actuación de un proceso denominado karstificación.

Choranche 5Este proceso se basa en una reacción de equilibrio que en un lado tiene agua (un medio acuoso), dióxido de carbono disuelto y la calcita de la roca. Al otro lado están los iones de calcio y aniones de bicarbonato. Cuando en alguno de los dos lados se produce un aporte se puede producir precipitación o disolución del carbonato. En el caso de la karstificación se añade a la reacción dióxido de carbono y comienza la disolución

Al añadir este gas se produce una primera reacción que acidifica el medio, lo que favorece la disolución de la caliza en este caso para liberar calcio y bicarbonato. Si esto se sigue produciendo de manera continua su resultado es la formación de oquedades que pueden llevar a la formación de cuevas.

Varios factores favorecen la disolución. Sin duda el primero es la posibilidad de tener agua y que este se pueda mover por la roca, ya sea por su porosidad aunque la mejor manera es hacerlo por medio de fracturas. El segundo condicionante es la temperatura del agua, que cuanto más baja aumenta la capacidad de concentración de dióxido de carbono en el mismo, siendo el origen de este gas el aire o también procesos metabólicos de organismos vivos presentes en el medio. Con todo esto tenemos el caldo perfecto para la karstificación.

Si nos hemos dado cuenta, las cuevas tienden a tener una morfología en forma de tubo. Esto es debido a que el proceso de disolución y transporte tiende a realizarse en ríos subterráneos que fluyen y que al encontrarse en un medio confinado tiende a formar la morfología mas aerodinámica que es un cono, aunque como huella que quede impresa sea un tubo.

Pero en ocasiones la disolución se intensifica en una zona, lo que tenderá a que la disolución vaya en la vertical en lugar de la horizontal, produciendo torcas o dolinas, las cuales tienen morfologías redondeadas y en ocasiones se encuentran cubiertas por agua donde viven algas y microfauna que puedenLas Torcas producir coloraciones diversas en el agua allí retenida y que suponen un atractivo para aquellos que las visitan, tal y como ocurre en las tocas cercanas a Cuenca (España).

Por último quedan las estalactitas (las que crecen de arriba abajo) y las estalagmitas (al revés). Estas formaciones de las cuevas tienden a las formas caprichosas y su crecimiento se realiza gota a gota, literalmente, depositando en su punta pequeñas cantidades de carbonato hasta que el agua cae y se resbala libremente. Este es un proceso lento, con un crecimiento de apenas 0,1 mm cada año, pudiendo llegar a 3 mm en condiciones de saturación de las aguas en carbonatos, por lo tanto se tratan de estructuras frágiles y cuya destrucción supones cientos de años de depósito.