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Año 214 después del Antropoceno

Hemos vivido engañados toda la vida. Nosotros que pensábamos que estábamos viviendo en el Holoceno y ahora resulta que no, que realmente estamos viviendo en el Antropoceno. Esta cuestión, que al común de los mortales le importa un pimiento, es algo muy a tener en cuenta para el futuro de las tablas geoestratigráficas y para la geología a un futuro a corto plazo.

De momento solo se trata de una propuesta de cambio que deberá ser aprobada en 2016, pero el grupo que está trabajando en esta etapa de la historia planetaria, parece tener las cosas muy claras, y salvo penalti en el último minuto, lo más probable es que comencemos a vivir en una nueva época geológica antes de que cambiemos de década.Viñeta Ramón

La propuesta del Antropoceno no es nueva. En el año 2000, el químico y ganador del premio Nobel, Paul Crutzen, planteaba que el planeta en la condiciones actuales era diferente al que vivieron nuestro primeros ancestros y no solo porque ahora llevemos ropa, tengamos un lenguaje claro y vivamos en ciudades, sino porque en los últimos siglos nuestras acciones han propiciado cambios en el medio que serán perdurables en el tiempo y por lo tanto tendrán reflejo en el registro geológico.

Existen pruebas evidentes de que el planeta está cambiando. Nuestras acciones antropogénicas han conseguido modificar el terreno, ha destruido cientos de kilómetros cuadrados de territorio forestal, han contaminado el aire y modificado el clima e incluso hemos comenzado una extinción que se ha llevado ya a vegetales y animales tanto por nuestra mano indirecta como por los problemas relacionados con ella.

Máquina vaporLa duda actual es saber cuál debería ser el momento exacto en el que poner el límite con el Holoceno, que comenzó hace 11.500 años, momento en el que se produjo el último punto de inflexión del ciclo de glaciaciones.

Las propuestas son varias. Unos indican que debería ser el momento en el que el hombre comenzó a domesticar animales y plantas para su propio beneficio, pero con la opción con la que me quedo es el año 1800, cuando la Revolución industrial estaba en auge gracias a la invención de James Watt, sin cuya máquina de vapor nuestro mundo sería completamente diferente.

Otro momento que también me resulta interesante es el año 1945, que además de ser el año de finalización de la Segunda Guerra Mundial, es el momento en el que el desarrollo de la bomba atómica tomó mayor relevancia, con miles de pruebas a lo largo de todo el mundo que dejaron su impronta mediante una ligera capa radioactiva fácilmente rastreable.

Sin embargo, además de posturas a favor, hay profesionales que no creen en el antropoceno. Si bien admiten que el hombre ha producido cambios en el medio ambiente, estos aún no son tan graves como para modificarlo dramáticamente.

Tal vez en la marisma de Urdaibai, donde el geólogo Alejandro Cearreta extrajo junto a su equipo sondajes del terreno, sea uno de esos lugares que marque la historia de la geología. En esa capa de sedimentos de 39 cm de longitud se guarda la historia del último milenio, tal vez aquel que empezó siendo Holoceno y acabó siendo Antropoceno. El tiempo y los sedimentos nos lo dirá.

El tiempo tableado

Hace unos días hemos tenido que trasladarnos de nuestras oficinas a otras, por reformas, y eso conlleva a una mudanza. Si alguna vez habéis realizado una, recordaréis perfectamente como decenas de cajas se acumulan en cada una de las esquinas de las habitaciones, con los letreritos de qué o cual cosa van en su interior. Pero algo que resulta beneficioso de una mudanza es la limpieza de todo aquello inútil que por azares de la vida decidimos conservar por si acaso, que luego miraríamos o que nos da pereza tirar.

cuadro geologíaEntre todas las cosas que hemos trasladado de una a otra oficina había una en especial que tenía como destino el contenedor de basura y que he salvado. Se trata de un cuadro en el que viene la tabla de tiempo geológico tanto de la Tierra, de la Luna y de las glaciaciones en Europa. Data del año 1978, y parte de él ya está obsoleto, pero conserva una belleza difícil de comprender en las nuevas tablas que anualmente salen publicadas.

Esa tabla muestra el trabajo de varias décadas en las que se establecieron los límites de edades de los cientos de millones de años de depósitos geológicos, desde las groseras eras y eones, hasta los pisos más pequeños, todos tienen una razón de ser.

En los inicios de la geología ya se establecía claramente que si una unidad geológica se encuentra encima de otra, y no hay deformaciones importantes, la inferior es más antigua que la superior. Lógica absoluta que suponía el establecimiento de la estratigrafía y de la geocronología.

Como casi cualquier avance científico se buscaba un bien económico cuando apareció la primera cronología geológica, realizada a partir de las diferentes capas de carbones existentes en Inglaterra y Gales a finales del siglo XVIII por parte del ingeniero W. Smith. El avance de esta nueva rama de la geología comenzó a bautizar diferentes épocas geológicas.

A partir de la ya establecida por Arduino en 1759, que establecía cuatroTiempo espiral etapas, que aún se usan en mayor o menor medida (Cuaternaria, Terciaria, Secundaria y Primaria), se determinó diferentes eras intermedias dentro del eon Fanerozoico, donde se estimaba la aparición y desarrollo de la vida conocida en ese momento.

De aquí surgen el Paleozoico (vida antigua), Mesozoico (vida intermedia) y Cenozoico (vida reciente), que a su vez fueron subdivididos en diferentes periodos. Los nombres de los periodos más antiguos provienen de diferentes localizaciones de Inglaterra como Devon (Devónico) o los niveles de carbón (Carbonífero). De este grupo solo se salva el Pérmico, cuyo nombre proviene de Perm, una zona del centro de Rusia con abundantes fósiles de esta época.

El Mesozoico se divide en tres periodos Triásico, Jurásico y Cretácico, nombres que provienen de la secuencia triple sedimentaria existente en Alemania, las montañas de Jura en los Alpes y las rocas de Creta en el canal de la Mancha.

Los periodos más recientes son el Paleógeno, Neógeno y Cuaternario, cuyos nombres, al igual que sus épocas, vienen de la combinación de palabras griegas que establecen diferentes periodos de edad desde las más antiguas a las más modernas.

Para establecer los límites entre los diferentes eras, periodos, épocas y edades, se utiliza como base diferentes acontecimientos, como pueden ser orogénias, aspectos biológicos (aparición de especies, extinciones, etc) o cambios climáticos globales.

Esos aspectos quedan retenidos en las rocas, mostrando un registro que permite la comparación a nivel local y también a nivel global, como pueden ser las grandes extinciones del Pérmico y del Cretácico. Esto establece unos límites aproximados, que han permitido crear una tabla cronogeológica cada vez más avanzada y definida.

Pero a lo largo de las décadas los límites se han ido ajustando. Las técnicas de datación han permitido afinar cada vez más las edades de cada una de estas fronteras a lo largo del siglo XX y de lo que llevamos del XXI en los diferentes trabajos que realizan los geólogos y que se recoge anualmente en una tabla actualizada por parte de la Comisión Internacional de Estratigrafía.