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Erupciones volcánicas

Los volcanes provocan fascinación. Da igual quién o qué seas. Todos hemos dibujado alguna vez una forma cónica con su cima recortada por el cráter (con tal vez algo de nieve formando un collar) para representarlos. Y eso no falta a la verdad en algunos de ellos, pero no en todos.

Aunque sin duda lo que produce los mayores “oehs” y caras de asombro son las erupciones volcánicas, aquellas que son controladas y nada explosivas, porque si no, es necesario evacuar y poner pies en polvorosa para salvar nuestras vidas.

Estas erupciones se han clasificado según su poder y violencia en seis clases bien definidas para todos aquellos volcanes que han logrado alcanzar la barrera del nivel del mar.

La más suave es la que se producen los Hawaianos. Como su nombre indica, son las erupciones típicas que se producen en los volcanes que forman y han formado las islas Hawai. Se caracterizan por lavas fluidas, que se mueven con facilidad y rapidez y con una violencia escasa, por los pocos gases disueltos y con una escasa producción de cenizas.

El siguiente en la clasificación son los Estrombolianos. Proviene el nombre del volcán Estromboli, situado al norte de la isla de Sicilia, en Italia, y que es el responsable de la formación de la isla del mismo nombre. También está caracterizado por lavas fluidas aunque estas con una mayor cantidad de gases, pero sin una producción excesiva de cenizas. Sus características hacen que se produzca un edificio volcánico alto, al contrario de lo que pasaba con los Hawaianos, que tienden a extenderse por una gran superficie.

El tercero de la lista son los Vulcanianos. También es un volcán e isla italiana las que dan el nombre a este tipo de volcanes, situado el volcán e isla al norte de Sicilia, en el mismo archipiélago donde se encuentra Estromboli: las islas Eolias. Vulcano, además, es el nombre romano del dios griego Hefestos, el herrero de los dioses, por lo que podría decirse que es un poco el dios de la geología. Los Vulcanianos (no confundir con el Dr. Spock) tienen lavas ácidas, por lo que su viscosidad es mucho mayor a los dos tipos de erupciones referidas anteriormente. Esto hace que las erupciones muestren erupciones más violentas, con explosiones que pulverizan la lava y forman piroclastos en forma de cenizas, lapilli y bombas (según su tamaño).

El cuarto en la lista son los Vesubianos. También es un volcán italiano el que da nombre a este grupo, en concreto el Vesubio, situado en la península que forma el país del sur de Europa, junto a la ciudad de Nápoles y famoso porque produjo la erupción que sepultó la ciudad romana de Pompeya. Aunque esta erupción se categoriza en el siguiente tipo de erupción, los volcanes de este tipo tienden a erupciones violentas y con producción de piroclastos y cenizas en gran cantidad. La lava que sale del cráter es viscosa y se produce una alternancia entre estas coladas y los piroclastos, conformando un edificio relativamente simétrico.

El quinto tipo son los Plinianos. El nombre también procede de Italia, pero no es por un volcán ni una isla, sino a una persona. En concreto por Plinio el viejo, que murió a consecuencia de la erupción que sepultó Pompeya y otras ciudades romanas, aunque la descripción de este acontecimiento natural fue escrita por su sobrino, Plinio el joven. Con este antecedente es fácil saber que las erupciones de este tipo son extremadamente violentas, muy ricas en cenizas y piroclastos, y con lavas muy viscosas. Se caracteriza además por la formación de grandes columnas de cenizas que ascienden a la atmosfera en forma de coliflor.

Por último quedan las erupciones más violentas de todas, las Peleanas. Su nombre deriva del volcán Peleé, en Martinica (solo el nombre suena a playa paradisiaca), que en 1902 provocó la destrucción de la capital San Pedro. La violencia de este tipo de erupciones es debida a la extremada viscosidad de la lava. Esto provoca que apenas alcance la superficie del cráter, por lo que se enfría y solidifica, formando un tapón que es incapaz de ser traspasado por los gases que se acumulan en el interior generando una presión que al volverse insostenible provoca grandes explosiones, tal y como ocurrió en el Monte Santa Helena en 1980.

Este tipo de erupciones se han producido a lo largo de la historia geológica en la superficie del planeta, puesto que hay erupciones volcánicas también bajo los océanos, que por sus características forman otro tipo de estructuras y condiciones. Pero eso es algo que contaré otro día.

Diario de una erupción

Este es un relato de ficticio basado en hechos reales, como las películas malas de sobremesa.

15 de marzo de 1980

La gente se ha vuelto un poco loca por aquí hoy. Resulta que ha habido un terremoto con epicentro en el bosque Nacional Gifford Pinchot. Supongo que si sabéis algo de geología de por aquí, entre Seattle y Portland, en medio de ese bosque está el monte Saint Helens (unos mexicanos me dijeron que ellos lo llaman Santa Helena). Pues sí, el maldito epicentro se ha dado justo en el volcán y claro, empezaron las alarmas.

Que si va a entrar en erupción, que si es solo un pulso más en el cinturón del Pacífico, que es un movimiento sin importancia. Lo cierto es que el volcán lleva casi cien años sin entrar en actividad, por lo que no habría que descartar nada.

Por mi parte, quién sabe. A lo mejor es solo algo pasajero.

20 de marzo de 1980

Parece que la cosa se empieza a poner seria. Definitivamente el volcán ha vuelto a la vida. Uahhhh, o como se escriba un grito tipo dios.

Esta semana hemos tenido un montón de temblores alrededor de la zona del Santa Helena (así en español, que mola más) y se han vuelto más intensos en estos días. Hoy hemos tenido un buen meneo con uno de 4,2.

Creo que desde Washington se van a poner nerviosos. El gobernador empieza a estarlo por todas las llamadas de sus asesores. A nadie le gusta tener una erupción inesperada.

25 de marzo de 1980

Si lo de hace una semana me parecía increíble hoy hemos llegado a un 5,1. Hasta he notado como se me movía el culo en el asiento. Las tripas del Santa Helena están empezando a moverse demasiado y creo que es cuestión de que… no sé si decirlo por aquí. ¡Qué coño, es mi diario! Creo que va a tirarse un buen pedo y empezar a cagar.

Cuando me pongo desagradable, me pongo desagradable.

26 de marzo de 1980

Tiene que estar a punto. Hoy llamó directamente el gobernador al jefe interesándose por lo que está pasando. No es de extrañar. En las últimas horas el tremor ha aumentando hasta tener más de tres temblores a la hora.

27 de marzo de 1980

El día ha llegado. Lo que hace poco más de diez días parecía un temblor más en la zona ha llegado hasta la erupción de hoy. Ha sido espectacular.

Las imágenes de la columna alzándose son una autentica maravilla de la naturaleza. Creo que con el viento van a llegar hasta Iowa. Qué cosa más magnífica. Solo espero que se disipe un poco para que puedan llegar los helicópteros hasta la cima. Seguro que ha originado un buen cambio en el cráter.

29 de marzo de 1980

Hoy hemos visto las grabaciones desde el helicóptero. Ahora hay un nuevo cráter de unos 75 m de diámetro y eso le hace ser el número tres de la lista en el volcán. Se ve algo de magma y una llama azulada saliendo de él.

Los que saben más de esto dicen que se debe a la quema de gases.

La verdad, no sé. Pero estoy seguro que va a venir mucha gente a ver todo este espectáculo.

1 de abril de 1980

Parece que todo este asunto va para largo. El tremor sigue siendo bastante intenso y el gobernador al final ha decretado estado de emergencia en la zona. Aquí los vulcanólogos están bastante preocupados.

De todos ellos hay un tipo bastante loco, que me han presentado esta mañana. Se llama David Johnston y creo que si le dejaran se descolgaría por el cráter para tomar una muestra del magma.

5 de abril de 1980

Hay muchos terremotos intensos. He estado haciendo cuentas y tenemos al menos cinco al día por encima de 4. Al principio me hacía gracia toda esta situación y me parece increíble poder estar viviéndola. Pero tengo miedo a que esto vaya a más. Éste Santa Helena, cuando se pone se pone. Menos mal que lo tenemos más o menos controlado. Solo espero que si sigue, no sea tan fuerte como la que catalogamos hace 500 años.

15 de abril de 1980

La actividad sigue siendo fuerte. Lo que empieza a preocupar por aquí es que el flanco norte está aumentando de tamaño día a día. Tenemos lecturas de entre 1,5 a 1,8 m de desplazamiento por día allí.

Algunos están diciendo que es en esa zona donde se está acumulando todo el magma y que de algún modo va a tener que salir. Solo espero que lo haga de forma tranquila, como el día 27.

30 de abril de 1980

Al fin el gobernador ha entrado en razón y ha decretado una zona roja alrededor del volcán. Hasta ahora pasaba todo el mundo, desde gente que trabaja cerca hasta un montón de turistas que se acercan para ver las fumarolas más de cerca. Si las autoridades cogen a alguien traspasando la zona los multaran, y si se oponen irán a la cárcel.

Algunos no entienden que no pueden correr más rápido que la lava.

2 de mayo de 1980

Vuelve a aumentar la actividad. Los temblores por encima de 4 se están haciendo más frecuentes. No creo que tarde mucho en erupcionar de nuevo.

Por otra parte el flanco norte sigue hinchándose. Uno de los muchachos ha dibujado en un papel el volcán y con los datos ha tratado de calcular todo el volumen de magma en el interior. Dice que tiene que ser unos 0,13 Km3. Eso es mucho magma.

7 de mayo de 1980

Al fin entró en erupción. Ha sido muy parecida a la del mes de marzo, aunque sin tanta columna de humo. En general hemos respirado aliviados al saber que el magma empezaba a fluir con una erupción freática.

Supongo que con esto ira descendiendo la presión interna del volcán y bajará la hinchazón.

Voy a volver a ser asqueroso. ¡Saca todo tu pus, Santa Helena!

14 de mayo de 1980

Continúa la erupción, pero en los últimos días ha bajado en intensidad. Lo que no ha bajado ha sido el número de turistas. Cada día hay más en la zona, pero al menos respetan el área de seguridad.

16 de mayo de 1980

Parece que la actividad ha cesado. Los turistas que llegaron hoy se han tenido que ir decepcionados al ver que el Santa Helena ya no hacía nada. Tal vez mañana, sábado, no venga tanta gente. Esto se estaba convirtiendo en una auténtica locura.

17 de mayo de 1980

Hoy han dejado entrar a unas cuantas personas a la zona roja por el descenso en la actividad. Muchos eran ganaderos para alimentar a sus animales. No me quiero imaginar cómo podrían estar los bichos.

Por la zona aún están unos cuantos vulcanólogos, incluido ese Johnston. Me parece un gran tipo. Tal vez cuando acabe todo esto me pueda tomar una cerveza con él. Hoy va a pasar la noche controlando el volcán con una camioneta en una zona segura. No creo que vaya a tener mucho trabajo.

18 de mayo de 1980

Es un día muy duro y largo. Joder, joder. Ha muerto gente y no sabemos exactamente qué ha pasado.

A las siete, a primerísima hora, Johnston ha avisado de que la actividad era normal y pensamos que iba a ser otro día más en la oficina, pero a las ocho y media los sismógrafos se han vuelto locos y han dado un 5,1. Entonces es cuando se ha desatado el caos en la zona.

Había un fotógrafo que dice que lo ha captado todo. Ha notado el temblor y que diez segundos después el volcán ha explotado en su flanco norte, el que se había hinchado tanto. Dice que primero se ha hundido por completo y que luego ha salido volando por los aires. Que era como una ola gris corriendo hacia el norte arrasando el bosque y todo lo que tenía por delante.

Hemos intentado volver a contactar con Johnston, pero no hemos podido. Se ha tenido que salvar, porque estaba a diez kilómetros. Seguro que está bien, pero incomunicado.

19 de mayo de 1980

Johnston está muerto, seguro. No ha quedado ni rastro de su posición ni tampoco de su camioneta.

Han empezado a calcular a qué velocidad iba el lahar de lodo y rocas y me han dicho que a 170 Km/h y que ha llegado a zonas situadas a 24 Km del volcán. Lo que había por debajo de 180 m ya es historia. Nada ni nadie puede escapar a eso. Ha tenido que ser una visión horrible.

De momento ya hay varias decenas de muertos, pero seguro que hay más.

25 de mayo de 1980

Cincuenta y siete. Esos son los muertos. Y menos mal que la gente del helicóptero se pudo salvar a pesar de que la brújula se volviera loca.

La zona parece un campo de batalla arrasado por completo. He visto varias fotografías de la zona y las de la erupción. Todavía no tengo palabras para describirlas, pero seguro que servirán de mucho para explicar lo sucedido.

26 de octubre de 1985

He encontrado estos papeles en medio de un traslado y me he puesto a llorar al recordar todos esos días. Deje de escribir después de todo lo ocurrido porque no tenía ni fuerzas, ni tiempo. Fueron días frenéticos, con un montón de trabajo

Ahora, pasado ese tiempo, puedo explicar qué es lo que pasó.

El flanco norte se hinchó, pero la erupción del día 7 no liberó todo el magma. Con el terremoto del día 18 se generaron una serie de grietas en la superficie que hundieron el edificio y con él toda la nieva acumulada. Si no hubiera estado esa nieve, tal vez lo que pasó no hubiera sido tan grave, pero al tocar el magma, el paso de sólida a gas generó una presión tremenda que es lo que explica la explosión.

Durante el quinto aniversario lloré desconsolado.

1 de mayo de 1998

Ya han pasado casi dieciocho años. Como pasa el tiempo. Entonces era un tipo solitario y sin novia, y hoy estoy casado con una mujer maravillosa y tenemos dos niños.

Mi mujer me ha sorprendido con un viaje y tenía que escribirlo junto a estas notas como punto final. ¿Por qué? Hemos venido hasta el Johnston Ridge Observatory cerca del Santa Helena (nunca lo he vuelto a llamar Saint Helens) y les he contado quien era el hombre que le da nombre el centro a mis hijos.

Espero que lo hayan entendido y disfrutado tanto como yo.

David, estarías orgulloso de este sitio.

Mi primer volcán

Hace unos días pude tomarme unos días de descanso aprovechando que un amigo venía a Chile a pasar una semana. No era cuestión que visitara solo Santiago, sino que ya que hacía un viaje tan largo desde España (10.500 Km) al menos conociera algo de este país que me ha acogido.

He de reconocer que no soy bueno organizando viajes, pero por fortuna mi novia sí, así que nos preparó una escapadita de cuatro día al sur del país, no al sur, sur, ese sur que linda casi con la Antártida, un poco más al norte.

Nuestro destino era Pucón un pueblecito que se ubica al sur de la región de la Auracanía (IX región), por lo que nos tocaban 900 Km de viaje o lo que es lo mismo 10 horas de autobús por la carretera panamericana.

Lo más destacado de Pucón son varias cosas. Una es el lago Villarrica, de gran extensión y que es navegable; una cantidad importante de termas de diferentes temperaturas tanto al aire libre como techadas; la posibilidad de hacer rafting en algunos de los ríos que desembocan en el lago; el pueblo en sí, con edificaciones de madera, que también es utilizada en su artesanía y por último, y lo que a mí fue lo que más me impresionó el volcán Villarrica.

Llegando a Pucón por la carretera que lo une a la localidad de Villarrica, el volcán se alzaba imponente a las nueve de la mañana. El sueño y dormir algo incómodo en el autobús tenía su merecida recompensa. Nada más bajar en la estación preparamos la cámara de fotos y como japoneses.Volcán tras la esquina

En cada esquina, mirando al sur, el volcán se veía perfectamente. Sus 2.847 metros no pasaban desapercibidos. A pesar de que aquí es verano, la nieve lo cubría hasta la cumbre, alzándose en una cuesta increíble y que en la zona del cráter parecía querer apuntar al cielo.

Mi primer pensamiento fue si realmente llegaría hasta la cumbre al día siguiente.

Después de dejar las maletas en el hostal, una espectacular casa de estilo chill out, con una cama gigantesca en la habitación, acudimos a una de las compañías que se dedican a la aventura. Hay una en cada esquina, concentrándose en la calle principal, pero esta, recomendada por los dueños del hostal, estaba en una calle paralela. Esta está compuesta por varios guías expertos que te llevan a diferentes rutas cercanas, pero donde la principal atracción es el volcán.

Allí firmamos los papeles oportunos de responsabilidad y nos probamos parte de la ropa que llevaríamos al día siguiente y que se incluye como préstamo en el precio. Esto incluía tercera capa de piernas y parte superior, polainas, guantes, gorro, casco, una mochila y crampones. Madre mía, ¿vamos a subir el Everest? También prestan las botas, si no llevas unas adecuadas, y gafas de sol, estas alquilándotelas.Vista bucólica

El día fue largo, conociendo Pucón, visitando todos los rincones y viendo los preparativos del Ironman que se celebraría al día siguiente. Muchos entrenaban por las calles y por la noche los restaurantes estaban llenos de gente. Un buen plato de pasta fue nuestra cena. Una buena carga de energía para el día siguiente y nuestro Ironman personal.

Seis en punto de la mañana. El despertador suena y todos nos ponemos en pie. Las cosas están preparadas del día anterior están colocadas a un lado de la habitación. Fruta, los bocadillos, barritas energéticas, varios litros de agua, zumos… Todo listo. Después de un desayuno rápido, metimos todo en nuestras mochilas y a la agencia.

Resultó que nuestro grupo solo iba a estar compuesto por nosotros tres y el guía. Habitualmente estas excursiones son en inglés, ya que mayoritariamente son extranjeros que no hablan español, o no muy bien, los que contratan este servicio. Metimos todo el material como nos indicaron (lo más pesado abajo y lo más liviano arriba) en la mochila que nos prestaron y al coche.

Media hora de viaje en todoterreno hasta el volcán nos adentraba en el parque nacional de Villarrica. Durante el camino, en las cunetas, se veían las primeras evidencias geológicas del volcán. El Villarrica es un estrato volcán y se veía a la perfección las diferentes capas que lo conforma: capas más endebles y gruesas de material fino y otras más competentes y finas de material rocoso.Telesilla

Ya al cruzar la puerta de entrada al recinto nos dimos cuenta de que no éramos los únicos que íbamos a tratar de ascender. Varias furgonetas estaban ya aparcadas en la estación de esquí cuando pasamos por allí. Las veíamos desde nuestras ventanillas mientras el todoterreno continuaba unos cientos de metros más hasta una posición más alta, junto al segundo telesilla.

En la agencia nos comentaron su existencia y que si estaba en funcionamiento nos podríamos evitar una buena cuesta y 400 metros de desnivel. Nuestro guía, durante el viaje, nos comentó que con ligeras rachas de viento no lo solían encender y aquella mañana soplaba una leve brisa que era agradable, pero que impidió el funcionamiento del telesilla.

Así que allí estábamos, con nuestras mochilas a la espalda y dispuestos a comenzar la ascensión.

Este primer tramo discurrió junto a los postes del telesilla, en terreno firme y rocoso, donde podía comprobar que las rocas que formaban esta parte baja se correspondían a andesitas negras con cristales de plagioclasas. Otras rocas procedían de antiguas erupciones, llenas de vacuolas y de aspecto vítreo, junto con piedra pómez en abundancia.

Estos 400 metros de desnivel fueron un calentamiento extremo. A medida que ascendíamos, a un ritmo continuo y lento, veíamos llegar a las hormiguitas que habíamos dejado atrás en sus furgonetas. Formaban una hilera humana de al menos cincuenta personas que nos adelantaban sin compasión.

Al llegar al punto final del telesilla contemplé dos cosas.Glaciar

Una era la parte final del glaciar del volcán, con un ligero fluir de agua en algunas partes y cubierto por polvo de roca negro en su superficie ondula por el viento. La otra era la cantidad de gente que iba a subir y que jadeaba al llegar a ese punto. Muchos de ellos no tenían una preparación física alta, tampoco es necesario, pero lo principal era que algunos venían como si fueran a la playa, con camisetas de tirantes. Creo que no sabían exactamente lo que estaban haciendo.

Después de reponer fuerzas, tomar algo de comida y agua, y de curar las primeras ampollas, continuamos nuestro ascenso. Nuestro siguiente punto a la vista era un antiguo telesilla. La estructura de hormigón se alzaba entre la nieve que ya empezaba a poblar el lugar entre calvas donde se veía la roca. Parecía que estaba cerca, y lo estaba en distancia lineal, pero la pendiente engaña.

Nuestra siguiente parada fue junto a la estructura. Agua, fotos, vista del lago y del volcán Llaima, algo de comida y a seguir. Nuestro guía nos instruía de cómo debíamos usar el piolet, como agarrarlo y usarlo para ayudarnos en el ascenso y ante una posible caída cuesta abajo en la nieve que por debajo tenía zonas con hielo.Las hormiguitas

Poco a poco la nieve nos rodeó por completo y el cielo azul se veía algo ensombrecido. ¿No habíamos salido de Santiago? ¿Por qué hay contaminación? Una capa parecida a la contaminación que cubre las grandes ciudades se difuminaba en el ambiente, pero no se trataba de lo mismo sino de las cenizas remanentes de la erupción del volcán Copahue, que había empezado el día de Nochebuena y que duró solo un par de días.Piolets

Hubo un par de paradas más en las que veíamos la cima y su fumarola saliendo. Nuestro guía nos dijo que era probable que oliera algo mal al llegar arriba por los gases que expulsa el volcán, pero que no correríamos riesgos. Si la cosa se ponía fea nos bajábamos.La cima

Cuando las doce de la mañana se marcaban en el reloj el viento cambió. La cumbre se veía a la perfección y la fumarola se elevaba plácida. Esta se escapaba al este, empujada por el viento y que al cambiar de dirección la hizo descender por la ladera. Nosotros éramos de los últimos, pero varios grupos estaban más arriba. Los vimos pararse cuando la nube pasó sobre ellos. Luego el turno nos llegó a nosotros y respiramos. La nariz y la garganta se irritaron y las gafas protegieron mis. El olor a ácido sulfúrico era evidente.Nube a la vista

Continuamos el ascenso con precaución. La nube bajo al menos dos veces más, densa, haciéndonos perder la visibilidad. Algunos grupos se bajaron. Nuestro guía preguntaba a los otros guías. Era una medida de precaución para ellos, pero nosotros seguimos nuestro camino.

Una nueva parada fue obligatoria. Mi novia estaba agotada y además teníamos que vestirnos con las capas externas. La cima estaba a la vuelta de la siguiente pendiente y era necesario colocarse los pantalones, la chaqueta, polainas y guantes. La nube se había tranquilizado y era momento de seguir tras un trozo de bocadillo.

Las últimas estribaciones fueron las más duras. La pendiente se endureció y aquella sensación de que apuntaba al cielo del día anterior fue mucho más evidente. Ahora no ascendíamos, sino que subíamos escaleras de hielo y nieve.Colada

Las coladas de lava quedaban a mi derecha. Treinta segundos me sirvieron para un respiro, tomar unas fotos y admirar las lavas negras de la última de las erupciones del volcán en el año 1984. Y por supuesto tomar una pequeña muestra de recuerdo.

Diez minutos de sudor y de esfuerzo fueron recompensados con la llegada al cráter. Estábamos prácticamente solos. Éramos los últimos en llegar arriba y los últimos que lo bajarían ese día (y que bajada).Crater

No podía imaginarme estar allí arriba. Llamé a mi familia a España, sin convicción, porque pensaba que faltaría la cobertura, pero pude hablar con ellos. Estaba emocionado. 2.847 metros para ver esa maravilla, ese cráter en el que sabía que no iba a ver la lava, pero si la fumarola, que se elevaba con gracia, en un intrincado baile del humo que brotaba del interior y que se llevaba con facilidad la suave brisa que soplaba en la cima.Ofrenda

Solo quedaba una cosa por hacer: la ofrenda al Rucapillan, la casa de los espíritus en el lenguaje Mapuche, pueblo originario de Chile y de la región de la Auracanía, que es como denominan al Villarrica. Un sorbo de vino para la montaña y otro al cuerpo.

Las seis horas de esfuerzo merecieron la pena. Esa noche sabía que iba a dormir como un bendito y con una sonrisa enorme en la boca después de subir mi primer volcán.